domingo, agosto 31, 2014

El duende de mis Ilusiones

A ti, Duende de mis musas

de mis ilusiones

Un cuento inspirado en lo que me has hecho soñar.. 

la ilusión que me has regalado...




Había una vez una princesa.. una princesa que subió y bajo de lo alto del castillo muchas veces... no era un castillo ni especialmente grande, ni hermoso, pero era su castillo… el castillo no tenía cerrojos ni férreas puertas que lo separan del mundo, aun así no todos podían subir porque cada pared estaba recubierta de poemas que nunca nadie leyó, de palabras que nadie entendería, y aunque mucha gente llego a acercarse nadie lograba descifrar tantas tonterías que adornaban las cornisas, tantas flores de nostalgia que llenaban los jarrones, tantas lagrimas que se servían de agua a la peceras donde nadaban las estrellas del cielo que un día la habían abandonado.
Se le hacía más fácil vivir un día sobre otro en la planta baja del castillo, donde no habitan preguntas existenciales ni cuestionantes vanas, y así vivió año tras año, entre fiestas y desfiles.
La princesa nunca olvido ese tesoro escondido.. siempre anhelo subir otra vez a la torre de sus ilusiones y de encontrar alguien a quien mostrársela, pero era muy complicado y aunque se paseaba por la torre de tanto en tanto, mantenía la entrada a salvo escondida tras la muralla.
Hasta que un día apareció un duende de ojos saltones y sonrisa cálida, que la hizo reír, y la desarmo, ella bajo la guardia y se atrevió un día a decirle tengo una torre, porque sabía que a pesar de lo que vendían los ojos del duende el también traía sus nostalgias ocultas y disfrazadas; ella sabía que el la entendería… y así fue... él quiso leerla, ella dudo.
Pero día tras día se divertía con el duendecito que entre letras le visitaba, entre miradas despertaba mariposas, que se dejaba querer… y un día le dijo sí.. sube.. y léeme.. y ella fue feliz porque se disfruto cada instante de esa subida.. al ver cada mirada que el duende absorto daba mientras subía los escalones hacia la torre, su sorpresa ante cada palabra, su suspiro ante cada sentimiento que lograba entre símbolos descifrar… y el mejor regalo, la entrada a su corazón, cuando pudo ver lo que por dentro la princesa entre hiedras oculto.
La princesa abrió las ventanas de par en par dejo que la risa del duende entrara, y descubrió que no todas sus líneas estaban escritas, que de repente necesitaba lápiz y papel otra vez, que de repente la palabra instante, la palabra coincidir, la palabra infinito se le antojaban diferente, de repente sus musas tenían nombre, y las palabras que surgían una tras otra, parecían fuego que la quemaba si no se las daba.
Y allí donde pensó que no crecerían nuevas flores, donde pensó que no retozaban más mariposas, justo allí donde hasta la nostalgia la había abandonado, la princesa volvió a sentir y a escribir, y colorear con nuevas sensaciones las paredes de su torre..  
Se prometieron verse solo en lo alto de la torre, mientras la princesa continuaba bailando y desfilando en el gran salón. Se prometieron encontrarse cuando uno de los dos necesitara una palabra que le refrescara la sinrazón, a la razón. Cuando las musas se divirtieran retozando en la princesa, desorganizando su corazón.
Este no es el cuento del príncipe azul, en el caballo blanco. A esta princesa no la salvo el gallardo caballero, del temido dragón. A esta princesa un duendecito le revivió el corazón. La princesa está habituada a la nostalgia, el duende al amor.. la princesa estaba habituada a la ilusión, el duende a la razón.
La princesa dijo te quiero, el duende......

Etiquetas: , , , , , , ,